Agridulce

Me pongo una maceta en la cabeza sin cansarme de tragar mariposas móviles e insinuantes como papas hervidas… doy una vuelta carnera poco feliz. Traspaso el suelo, con tallo y todo llegando a un río que huele a miel anaranjada de banana recién exprimida… la pelo; la miel pelada deja el amargor propio de la saliva muerta y me besa de a poco la nuca y la rodilla
En ese río había osos y chizitos, todos juntos y aunados en una mixtura tuberculosa de néctar, de ampolla, de blister de medicamento masticado-digerido-emancipado…
Y estaba yo… mitad-oso-y-chizito-con-maceta-en-la-cabeza-y-miel-en-el-contorno, o en realidad no estaba, sino que me estaba…
Ese, Leteo borra dedospendrive me mordió la uña en falange de mirada (levante de hombros en mirada de qué me importa) me dejó los piesitos-pequeñitos-orientalizados (shh!) que de Aquiles tenían solo el talón, para navegar en lo pólenes flotantes de colchoneta de verano, aunque preferí sentarme en el sombrero de una media-naranja y tomar el cabito de una cereza para irme, de a poco, remando. Hasta que llegué al Río de La Plata, me tomé un colectivo (poco feliz como siempre…) y no me importó que me miraran la macetacraneal ni que mi vecinito de asiento se haya dado una gran panzada lameteando mi valija, mi brazo y mi dedo… (yo le mordí sus dedoschizitos… salados, claro!)