lunes, junio 25, 2012

Lengua

Los campos de noche tienen sabor a poco.
Igual que el árbol de otoño.
Pasar la lengua por una guadaña o un arado.
Podarla, cuando tenga la sabia baja, cuando esté con los estrógenos bajos.
Con una tijera, cortarle a la lengua la punta seca y de espina (así no pierde el jugo).

Los campos de madrugada son etéreos.
Igual que el árbol inocente de la primavera.
Injertar un botón en la lengua para que estalle en pétalos.
Cocerlo. Trabarlo. Regarlo. Asolearlo.
Sacarle las hormigas y termitas y llenarlo de abejas con polen ajeno.
Fertilizar la lengua con simiente extraña.
Contaminarla de genes y rebalsar de aguas al óvulo.

Los campos al mediodía se bañan de quilates.
Igual que el árbol que explota obsceno en fruta redonda de verano.
La lengua se hincha como una sandía y late, viva, llena de jugo.
Rompe la cáscara de las papilas, se expande impura y desmesurada.
Trepa. Repta. Baila en todas las cavidades.

La lengua "big-bang-ea" en orbe. Implosiona en verbo-fruta para morderse.
Los campos //. Igual que el árbol en invier//...

2 tejieron:

María Evangelina Trabucco dijo...

Es impresionante cómo se atormenta a la lengua a veces...
Sé que es la otra, ya lo hablamos demasiado(frase que ya traemos como abrojo últimamente), pero por alguna razón no puedo dejar de verla sangrar y me duele en la boca.
Gracias, usted es un amor.

Corina Margarita dijo...

Lo sé... he venido a generar hermosas y placenteras imágenes al mundo

(no se muerda... sangra también)