Me quedé paleteando sola, después de empatar tanto.
Abandono del otro.
es el Silencio.
Prefiere el mutismo, no sé si suyo o mío.
Compartir la lengua, las papilas, los dientes. Siameses bucales.
Me gusta paladear tus palabras recién salidas, sin que se oxigenen siquiera, amnióticas en la bolsita.
No, tranquilo, no las voy a morder todavía, porque están jugosas.
Sé que muchas veces te empacho con las mías y que generalmente le tenés que poner una cucharadita de azúcar.
Son amargas pero no lo puedo evitar. No, no te lo hago a propósito. Sé que te tenés que tragar mis palabras enteras, sin degustarlas, que es eso o las escupís. Lo sé y no, no te lo hago a propósito.
¡Qué ricas que son las tuyas, redonditas!
Perdoname, no manejo mis palabras, no las limo, no quise lastimarte las encías. Escupilas de una vez, tiralas, no importa...
Porque me seguís dando palabras etéreas si te mando cuchillas. Devolvémelas y lastimame, así como yo o peor.
No te quiero ver dándole vuelta a mis dichos hechos bichos dañinos. Mordelos y quebralos.
Quebrame la palabra para que me solidifique de nuevo en yeso o prótesis, que se enderece.
Devolvémelas y que me de en la frente, que me toquen de lleno una vez.
No hay peor cosa que una caricia en respuesta a un golpe, así me estás haciendo mal.
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