a veces, estamos hechos minotauros que nos olemos y nos buscamos para saborearnos hasta el último hueso, no el chiquititito del pie, el enanísimo del oído
a veces, somos nuestro Teseo que nos hunde la espada en el lomo contraido y nos ilumina el pecho con los aceros
a veces, somos las Ariadnas en despiste que nos vamos tejiendo las bufandas que nos ciñen las cinturas, sin ovillos, sin pistas para que nos encuentre: nadie
a veces, somos la Pasífae que nos engendra, el Minos que nos tiraniza, que nos encierra, que nos sucumbe
a veces, somo el Dédalo que nos retuerce y confunde los caminos, que nos pierde y se pierde.
a veces, somos el Ícaro que se calza las alas y se eleva divino como una polilla, lejos de los retorcimientos, de las truculencias, de las perdidas, de las tropezadas, de las sin-salidas... somos el Ícaro que se reviste de cera cuando:
otras veces, somos el que lee el mito
9 tejieron:
Un texto laberíntico. Me resulta extraño leer algo tuyo con este tipo de sombra que lo envuelve. Pero me gusta mucho, mucho...un besote.
A veces somos simultáneamente todos. Yo tú él en un solo cuerpo que no termina en mano ni en nariz
Vero querida: es que así escribo fuera del blog... se me borraron los contornos :)
Gabi: yep, ud sabe... eso, yuxtaposición
abrazo duplo!
Volviste a lo griego mítico como la mejor romana! Está bien sacarse un poco las sombras y dejarlas avanzar laberínticas, soltar el Minotauro y la Ariadna... aunque el Teseo, qué sé yo?, con su espada y sus luces.Está bueno descontornarse, también.
tan que se descontrola que publica doble :)
esta romana que hubiera querido ser griega (?)
ninfaaaa me guiña un ojo y dice: "re'catate cosa-ca va(s)-ca"
se descontroló, otra vez
me gustó el texto tan enredado!
lindo leerte otra vez
Gracias, Lolet!
Me gusta.
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